Territorio pampeano
En tiempo prehistórico, esta pampa estuvo habitada por grandes animales. Sus esqueletos fueron descubiertos por Ameghino cerca de la costa, a la altura de Mar del Plata. Se encontraban allí, según una hipótesis, porque venían en migraciones provocadas por cambios ecológicos. Estos animales eran el megaterio, un herbívoro del tamaño de un hipopótamo; el texodón, también enorme. Pastaban en una amplia llanura cubierta de pajonales de gran altura. Esa llanura tenía pocos árboles, y en verdad no se sabe si eran pocos o poquísimos, como tuvo después, pero hay quien afirman que los tuvo en alguna cantidad y que después los fue perdiendo.
Estos animales tenían un depredador natural que era el hombre, mediante la caza. Pero la incidencia humana en su extinción no fue debido a la caza, sino por incendios ocasionados por primeros grupos humanos. Esto significa que las actividades humanas podían haber tenido una incidencia ambiental de envergadura, aún en épocas históricas. Ello provocó alteraciones en la ecología de los pampas. La más importante fue el despoblamiento.
A principios de 1536, el adelantado Pedro de Mendoza llegó al Río de la Plata y en su orilla meridional fundó la ciudad de Santa María del Buen Ayre. Para entonces ya había tomado contacto con los habitantes naturales de esa región: los pampas. Eran individuos altos, delgados y bien formados a quienes los españoles llamaron -pampas-, palabra de origen quechua la lengua de los aborígenes del noroeste y de los incas), cuyo significado responde a las características geográficas de la zona (lugar llano o plano). Los pampas habitaban la zona comprendida entre el Atlántico y los ríos Salado Y Desaguadero y desde el sur de las actuales ciudades de San Luis y Río cuarto hasta las sierras de Tandil y de la ventana.
Cada grupo indígena no sobrepasaba las cien personas. Cuando abandonaban un sitio, se llevaban los toldos que les servían como vivienda. Eran nómades y vivían de la caza. Con el desplazamiento de los grandes mamíferos prehistóricos disminuyó la chance de caza en la región por lo que los hombres tuvieron que emigrar y la pampa se convirtió en un desierto. Estos se fueron al borde de la pampa, siguiendo a los guanacos, en sierras del Tandil y Ventana. Manejaban con destreza la honda y las boleadoras, elementos con los que cazaban ñandúes y venados, que era su recurso natural fundamental. El guanaco era la base de la dieta del hombre prehispánico. También su cuero proporcionaba vestimenta y era sustituible en la confección de los toldos que usaban como habitación. Sabían pescar con anzuelos y redes. Los tehuelches usaban el arco y las flechas para perseguir y cazar a sus presas, las cuales solían arrojar con manojos de paja encendida. Los pampas no cultivaban la tierra, y por este motivo no permanecían en un lugar fijo. Recién pobló con la expansión de la hacienda cimarrona, multiplicada a partir de las pocas cabezas que trajeron los españoles.
Su vegetación natural son las gramíneas. Dos siglos atrás se trataba de altos pajonales, interrumpidos de cuando en cuando por un ombú o un pequeño monte de chañar. La ausencia de árboles se explica por la densidad del pajonal que sombreaba las semillas y las plantas jóvenes e impedía su desarrollo. Si algún árbol conseguía crecer era difícil que durara mucho en zona de frecuentes tormentas eléctricas y de abundancia de pastos secos, los incendios terminaron con los árboles con excepción de los ombúes, cuyo carácter prácticamente incombustible lo mantenía a cubierto y del chañar, cuya brotación por las raíces se activa por el fuego.
A pesar de todo, había árboles, pero no en plena llanura, sino en las márgenes de los ríos y arroyos. Sauces, ceibos, sarandíes, acacias negras, formaban un espeso bosque de rivera que en los arroyos menores se unían por encima para crear un bosque en galería con un microclima mucho más húmedo, bajo el cual vivían abundante aves acuáticas como las garzas; peces como el dorado, reptiles como la tortuga de agua.
Pero si bien la vegetación y la topografía eran monótonas, la fauna parece hacer sido lo suficientemente abundante como para despertar el interés del viajero: numerosas tropillas de vaca y de caballos recorren la pampa. Detrás de las vacas y caballos llegaron sus depredadores, los perros cimarrones. Se multiplicaban a punto tal que debían organizarse expediciones militares para combatirlo.
En 1775 se pide a los hacendados que efectúen correrías y matanzas de perros. Una vez muertos vacas y caballos, eran las aves de presas las que se ocupaban de lo que hayan dejado los perros. La expansión del ganado cimarrón posibilitó una actividad ganadera basada en la caza. Se la llamó vaquería y conquistó en la caza del ganado cimarrón para abastecer de carne a las ciudades y para la exportación de cueros, sebos y carne salada.
A lo largo del siglo XVIII, los cambios en el ganado cimarrón se dio por el exceso de caza efectuada por los indios. Las grandes sequías hacían desaparecer los pastos, lo que hizo morir de hambre.
En 1717, el cabildo y los jefes indios trataron un acuerdo para preservar el ganado. Las vaquerías se hicieron más frecuentes a partir del reglamento de comercio libre de 1778, que permitió la exportación de cueros a España. Desde el punto de vista ecológico era el peor momento, ya que había habido sequías de alguna importancia en 1748 y 1758, ante las cuales la única respuesta fue ordenar rezos al patrono de la ciudad.
En 1773, la falta de lluvias y la langosta expusieron a la población a perecer de necesidad o a sufrir una próxima epidemia ocasionada por el hambre. En ese momento, el ganado cimarrón por el sobreuso.
Las autoridades coloniales intentaron ordenar las vaquerías para evitar la extinción del ganado, porque las condiciones ecológicas que posibilitaron la reproducción de vacas y caballos hicieron posible la repoblación de la pampa. Hacía fines de la época colonial, los indios habían vuelto a ocupar la provincia de Buenos Aires, convertidos en jinetes y en comederos de vacas y yeguas. Apareció un grupo social: los mestizos o gauchos.
En 1774, en Buenos Aires, había 10000 habitantes y sólo 33 agricultores. Los inmigrantes encontraron ocupadas las escasas tierras libres de indios y no tenían trabajo estable. Las condiciones ambientales eran tan malas como las sociales. Por la contaminación por los nuevos saladeros, en 1778, se declaró una epidemia de cólera. Las primeras víctimas fueron los pobres que vivían en las afueras de las ciudades cerca de las vías. A partir de 1779, los pueblos afectados ofrecían un aspecto de ruina, abandono y desolación. Las autoridades coloniales prefirieron desconocer las causas ambientales de esta epidemia ya que, de lo contrario, hubieran debido exigir alguna desinfección para las aguas residuales de los saladeros.
La región pampeana era una llanura completamente desprovista de árboles. Pero para levantar una ciudad hace falta madera. Para hacerla funcionar, para transportar sus productos, para cobijar, alimentar y calentar a la población fue necesario arrasar con todos los árboles existentes en varias leguas a la redonda. La escasez de leña dio origen a la civilización del cuero. En la región, la deforestación de las márgenes de los ríos y arroyos provocó fenómenos de erosión. Estos fueron muy visibles en el caso del Riachuelo, cuyo puerto natural había sido la verdadera razón de la localización de Buenos Aires en el sitio en la que fue fundada.
Al principio, los barcos, entraban bastante bien al Riachuelo, pero más tarde tuvieron que quedarse esperando que subiera la marea para poder entrar. Esto fue como consecuencia de la deforestación de las márgenes del Riachuelo y de la utilización del mismo como aguada para el ganado.
Durante la época colonial, las travesías por las pampas se hacían siempre exactamente por el mismo camino, ya fueran las rutas comerciales hacia el norte, ya fueran las expediciones a las Salinas Grandes en busca de sal. La naturaleza de los terrenos eran desconocidas.
Según Darwin que recorrió la pampa en 1825 señaló que de una hierba gruesa se pasa a una alfombra verde de pasto fino, refiriéndose de sur a norte de la provincia de Buenos Aires. Este cambio se produjo por la presencia del ganado.
En la pampa previa a la conquista, la ausencia de herbívoros importantes permitía que los pastos cumplieron un ciclo biológico completo. Nacían, crecían a gran altura, se reproducían y se morían dejando los grandes pajonales secos que caracterizaban a la llanura vieja. Estos pastos estaban adaptados en los suelos en los cuales se habían desarrollado. Suelos ricos en materia orgánica, pero pobre en nitrógeno fácilmente asimilable. Estos pastos se adaptaron a un ritmo biológico lento de varios años de duración y al mismo tiempo fueron responsables de lo prolongado de ese ciclo, debido a la lentitud de sus propia descomposición. La introducción del ganado significó un súbito enriquecimiento del suelo pampeano. Después de muchos miles de años de ausencia de animales grandes, aparecen, se multiplican y mueren millones de vacas y caballos. Sus deyecciones y sus restos reactivan el reciclado del nitrógeno provocó un fenómeno conocido como rejuvenecimiento de ecosistema. Estimuló el rebrote de los mismos pajonales anteriores que van siendo ramoneados por el ganado y reemplazan sus tallos viejos por otros nuevos. Influyó también las quemazones frecuentes en una zona de tormenta eléctrica y poblada por tribus que las efectuaban como ayuda para la caza y la guerra.
Como se pobló de ganado también pobló de tribus indígenas. Desde principios del siglo pasado, el fuego se utilizó como herramienta para el manejo agrario. Por la extensión del territorio y su escaso poblamiento, hubieran sido muy difícil de implementar por cada ganadero en su propio campo. De manera que se convirtió en una práctica social y el incendio de campos fue costumbre de los gauchos en sus viajes. El fuego destruye el pajonal seco y posibilita el rebote de tallos tiernos. A su vez, reduce la vegetación al nivel del suelo y fuerza a competir por la luz a las diferentes especies entre sí. El cardo es la primera serie del sobrepastoreo.
Durante las primeras décadas de vida independiente, la preocupación por conservar los recursos naturales es casi nula. En la mitad del siglo XIX, la superficie utilizada de la pampa bonaerense creció a más del doble. En 1812, Rivadavia, tuvo como objetivo repartir gratuitamente a los hijos del país las tierras, también a los extranjeros que se dedicaban a la cultura.
El uso de los recursos pampeanos tiene algunas limitaciones ecológicas. La principal de ellas es el problema del agua, la alternancia de sequía e inundaciones. Seguías entre 1827 y 1832 hicieron desaparecer la vegetación y los arroyos se secaron. Muchos animales y aves murieron.
A principios del siglo XVIII aparecen los mapuches procedentes del valle central Chile en busca del ganado vacuno. Pelearon con los tehuelches que se replegaron hacia el sur entre 1818 y 1820. Las pampas pasaron a ser territorio a araucano.
La inserción de la Argentina en el sistema de la división internacional del trabajo, hizo que las autoridades desalojaran a los indios, mestizos o gauchos, cuyo medio de subsistencia era el ganado salvaje. A esto se lo denominó Campaña del Desierto; que se basaba en la contraposición entre civilización y barbarie. Ello abrió el establecimiento de la propiedad privada sobre la tierra, al tendido del ferrocarril, al desarrollo de la agricultura y al surgimiento de pueblos con la llegada masiva de inmigrantes.
Las irregularidades climatológica fueron muy marcadas en la década de 1870. En 1874, familias de indios pidieron establecerse en los jugares fronterizos, en Bahía Blanca y oeste de Buenos Aires. Por las epidemias de la viruela y muerte de animales los indígenas se debilitaron. El paisaje pampeano cambió rápidamente ante la necesidad de mejorar la calidad de las carnes y acelerar el engorde. Los ecosistemas pastoriles nativos con predominio de gramíneas duras fueron reemplazadas por gramíneas tiernas y alfalfares de mayor productividad y aptitud para las nuevas razas.
El sobrepastoreo deterioró el suelo, facilitó la expansión de las malezas, aceleró los procesos erosivos, agravó la colmación de las lagunas y alternó el régimen de los ríos.
Hoy, en el mismo lugar donde cazaban guanacos los pampas y los tehuelches constituye el corazón económico de la Argentina. El recurso natural es el suelo agrícola que permiten el cultivo de cereales y oleaginosas de zonas templadas o el de forrajes. Millones de personas, concentradas en pueblos reemplazaron a los grupos indígenas.
Las necesidades continuaron siendo las mismas que las de los grupos pampas, tehuelches o araucanos. Lo que si cambió es la forma en que satisfacen esas necesidades, pocas personas trabajan en las actividades primarias.
La región pampeana tuvo un creciente deterioro de los suelos y las aguas después de tan sólo más de cien años de producción constante. La producción pampeana es hoy una producción destinada al mercado. En ese mercado, las familias adquieren bienes y servicios que le satisfacen gran parte de sus necesidades. La propaganda constituye un incentivo permanente al consumo para satisfacer requerimientos cada vez más complejizados culturalmente.
A su vez, cada miembro de la familia trabaja y percibe por ello un sueldo, que le permite acceder a bienes y servicios. Ya no dependen del trabajo conjunto del grupo sobre la naturaleza sino del poder adquisitivo de cada familia.
Bibliografía
-Memoria Verde, de A. Brailovsky y D. Foguelman
-El País de los Súmeros de Schmokel Hartmut, Eudeba, 1977
-Civilizaciones americanas y el reencuentro de 2 mundos. Segunda reimpresión. Enero de 1994. Grupo Clasa. Cultura Librera Americana.
-Ciencias sociales. america en el mundo contemporáneo 3er CICLO E.G.B. Alonso, Elisalde, Vásquez, Blanco, Fernández Caso, Gurevich. Editorial AIQUE
-Enciclopedia Temática Ilustrada. Enero de 1993. grupo Clasa. Cultura Librera Americana.
lunes, 6 de abril de 2009
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