domingo, 22 de febrero de 2009

El surgimiento de las economías de exportación y su impacto

Desarrollo de las economías de exportación: la plantación esclavista,
la región campesina y minera, áreas de inmigración


América latina asistió a partir de 1870 a la consolidación de un proceso económico y político que el historiador Halperín Donghi (1986) ha llamado el pacto u orden neocolonial. La nueva coyuntura internacional impactó en los países latinoamericanos definiendo un cambio en la relación con las economías metropolitanas. Este cambió facilitó la exportación de nuevos productos en detrimento de los ya tradicionales metales preciosos, y permitió la reactivación de las economías de la región como centros de consumo.
El contenido de este pacto consistía en que América latina producía y exportaba materias primas y alimentos para las metrópolis, e importaba y consumía de ellas producción industrial y bienes de capital. Las políticas librecambistas proporcionaban el marco ideológico que sostenía el funcionamiento de este esquema.

Políticas librecambistas

Esta expansión económica se caracterizó por crecimientos rápidos y explosivos no exentos de crisis de creciente intensidad. Halperín Donghi señala tres episodios expansivos de relevancia que se relacionan con: a) la división intercontinental del trabajo en cuanto a la producción de alimentos (agricultura y ganadería templada y cultivos tropicales); b) avances industriales y técnicos (explotación del cobre, el estaño y el henequén) y c) difusión del motor de explosión y el transporte automotor (vinculado con el ciclo del caucho y la explotación petrolera). El móvil de la expansión fue la puesta en marcha de los denominados "booms productivos" agrícolas y mineros diferenciados por lugar y región.
El café, cultivado en las zonas tropicales de mediana altura, por ejemplo. Así San Pablo se convirtió en el centro dinámico de la economía de exportación brasileña mediante el cultivo extensivo de este producto. La unidad de producción era la gran propiedad, fazenda, dividida en unidades de producción más pequeñas trabajadas con mano de obra asalariada, inmigrantes en su mayoría, que suplantaban la escasez de hombres para la faena. A diferencia de Brasil, en el resto de Hispanoamérica, donde también se practicaba este cultivo, las tierras eran más limitadas, aunque los recursos humanos permanecían constantes y adecuados para la oferta de trabajo El régimen de propiedad de la tierra consistía en explotaciones medianas a cargo de los propietarios en Colombia, Venezuela, El Salvador, o en grandes haciendas en México y Guatemala.
El azúcar, cultivado en Puerto Rico, Cuba y Perú sufría de crisis constante de demanda . En este caso, la concentración de la propiedad ponía a esta en manos de las empresas industrializadoras de capital norteamericano.
Existían dos tipos de plantaciones de caña de azúcar en el Caribe español . La primera era la plantación tradicional basada en mano de obra esclava que incluía un sistema semimecanizado denominado ingenio, con un nivel de productividad muy bajo, trabajada por esclavos, peones chinos o mano de obra alquilada, que se desempeñaba indistintamente en los campos de cultivo o en el ingenio. La segunda era la plantación moderna, que producía la caña de azúcar pero no la trataba, es decir, era una plantación exclusivamente agrícola, que derivaba el cultivo a una central que producía el azúcar en bruto. La central era el enlace entre la plantación y las refinerías extranjeras. En este tipo de plantación se trabajaba con peones a quienes se les pagaba con "tokens". La división del trabajo que entrañaba la plantación moderna generó conflictos entre el sector agrícola y el industrial y propició importantes diferencias regionales en un mismo país.

Cultivos tropicales

En las zonas bajas y húmedas del litoral caribeño, la costa ecuatoriana, Colombia, Venezuela, Panamá y Centroamérica, la explotación dominante era la banana con un mercado único y también dominante, los Estados Unidos. El cultivo se expandía por la iniciativa de un conjunto de empresas fusionadas a principios del siglo XX en la United Fruit Company.
La zona amazónica experimentó una efímera prosperidad a través de la explotación silvestre del caucho. En Brasil, los siringueiros recolectaban el caucho silvestre y lo vendían a los comerciantes locales. La recolección era mucho más cuidadosa y disciplinada que en el resto de Hispanoamérica (Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), donde se explotaba de una forma mucho más destructiva, para obtener beneficios en el corto plazo.
En las tierras templadas del sur (Argentina y Uruguay) las exportaciones primarias de alimentos estuvieron orientadas a la carne y los cereales. La existencia de tierras aptas para estos productos estuvo acompañada por el aporte de un importante flujo inmigratorio y de inversiones de capital.
La recuperación minera se orientó hacia la explotación del cobre y el estaño, el salitre y el petróleo. El primero, vinculado con la expansión de la electricidad y el segundo, con la industria de la conserva.
El funcionamiento de estas economías de exportación fue posible debido a los cambios que se produjeron en los mercados de factores como la tierra, el trabajo y el capital, (Glade, 1991). La expansión de la frontera productiva y el aumento en la provisión de tierras fue uno de los móviles principales para el desarrollo de las economías de exportación de productos agrícolas y minerales. Este aumento, que en ciertas ocasiones fue solo cuantitativo y en otras también cualitativo, tuvo diferentes orígenes, que analizamos a continuación:
1- La apropiación del dominio público por parte de los particulares adquirió dos formas: a) el desplazamiento de producción; por ejemplo, el café en América Central empujó la producción de alimentos a zonas más alejadas, b) la colonización de nuevas tierras por el aumento en la demanda de productos para la exportación; por ejemplo, la extensión del cultivo del café en el sur de Brasil. Las tierras ganadas se entregaban en concesión a compañías ferroviarias, en pago a compañías agrimensoras, a compañías con proyectos de colonización de tierras, a los poseedores de bonos del Estado, a sociedades comerciales para fomentar ciertos cultivos de exportación.
2- La comercialización de la propiedad rural tradicional creó un mercado de tierras más activo para la proliferación de pequeños propietarios, quienes, sin embargo, debieron convivir con una notable tendencia a la concentración de la tierra. La gran demanda de tierra en aquellas zonas beneficiadas por el mercado de exportación hacía subir su valor, alejando así a los pequeños y medianos explotadores agrícolas, y atrayendo ventajosamente a los grandes propietarios.
3- El arrendamiento de propiedades de la Iglesia para su gestión comercial, a organizaciones de beneficencia, comunidades indígenas y comunidades fundadas por españoles (Colombia, Ecuador Venezuela, Guatemala, Perú, México).

Economías de exportación

En relación con el trabajo, si bien se registraron cambios sustanciales, como la eliminación definitiva de la esclavitud, y el aumento demográfico ocasionado por un importante crecimiento vegetativo y por el flujo inmigratorio europeo, se siguió recurriendo a prestaciones laborales obligatorias, a la remisión de deudas por trabajo, a las leyes sobre vagabundeo, y al sistema por enganche .
¿Cómo actuaron las inversiones de capital extranjero en la dinámica de estas economías? Aceleraron y profundizaron el proceso. El capital se bifurcó en préstamos a los gobiernos de devolución en el largo plazo, y en inversiones relacionadas por las tareas que los sectores extranjeros y los locales realizaban en cada país. A la ya tradicional comercialización y transporte interoceánico se le sumaron otras actividades que mostraban una mayor penetración de esos sectores extranjeros: explotación de ciertos productos (compañías mineras, centrales azucareras), empresas de especulación inmobiliaria y redes ferroviarias. El tendido de líneas férreas adquirió dos matices: constituyó sistemas nacionales, como en el caso de la Argentina, Chile, México y Uruguay; o vinculó sólo algunos centros productores del interior con sus puertos de exportación ultramarina, como en Brasil y Perú. Los ferrocarriles permitían agilizar el proceso de comercialización a costos mucho más bajos que los tradicionales medios de transporte.

Inversiones de capital extranjero

La transferencia del capital internacional también permitió la formación de capital local y el aprendizaje comercial y financiero de la gestión capitalista. Los inversores extranjeros fundaron casas mercantiles desde donde controlaban el comercio de exportación e importación y bancos para promover, además de sus intereses financieros, redes de crédito y otro tipo de empresas como las mineras, las industriales y las agrarias.
Entre 1914 y 1930 se registró una desaceleración en el ritmo de crecimiento inducido por las exportaciones que se mantenía desde 1870 en América latina. A "la edad de oro" le sucedía "la edad de la demora". La economía mundial capitalista experimentó ciertas transformaciones a causa de un comportamiento irregular del mercado de productos básicos con una oferta creciente excesiva y cambios en la estructura de la demanda y de las inversiones. Las inversiones británicas apenas aumentaban mientras que las norteamericanas crecían aceleradamente. La Primera Guerra Mundial acentuó este proceso. Los Estados Unidos supieron beneficiarse del vacío que dejaba la decadencia de Gran Bretaña y la eliminación de Alemania. Dejaba para América latina un aumento en el volumen de las exportaciones de productos primarios, y nuevos vínculos de dependencia con otros miembros de la comunidad comercial internacional.
Entre las causas que pusieron fin a "la edad de oro" de las economías de exportación mencionaremos: el debilitamiento y el posterior derrumbe de la demanda, la creciente limitación de los recursos: la expansión económica se hizo de modo extensivo, el desplazamiento de la composición de las exportaciones que eran de propiedad extranjera, el desequilibrio provocado por los desfavorables términos de intercambio de los productos primarios y los conflictos generados por la utilización y la distribución de los recursos, que eran generalmente resueltos con la entrada de capitales, especialmente empréstitos para el financiamiento de los gobiernos.

Crisis de las economías de exportación

Bajo el signo de estas economías de exportación, si bien vastas áreas de Latinoamérica experimentaron un proceso de crecimiento por las características del modelo, se vieron sujetas a las fluctuaciones del sistema económico mundial, tanto en sus momentos expansivos como en los de retracción o de crisis. Además, el crecimiento no fue parejo en todas las regiones, y en cada una de ellas entrañaba diferencias en lo que respecta a la distribución y el alcance de los beneficios de ese crecimiento. Sobre estas cuestiones se asentarían los futuros debates historiográficos acerca del modelo y las posibilidades que otorgó para el desarrollo de una región autosostenida económicamente.

Del Capítulo 3 de Historia de América en los siglo XIX y XX de Horacio Gaggero, Alicia F. Garro y Silvia C. Mantiñan.

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